miércoles, 19 de noviembre de 2014

Escenas Urbanas





Hay más hijos de puta que hijos de dios- gritaba por toda la calle. Su cabeza rapada y un 666 tatuado en su frente. Ropa de cuero negro y unas botas que le aumentaron sus ya excesivos 190 metros. Nadie tuvo el valor para confrontarlo o a contradecirlo. Mucho menos el predicador que siempre frecuentaba las mismas calles. Decidió mejor esconder su biblia y entrar a una venta de carnitas.

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